Ofrendas...

El otro día me pasó algo curioso... alguien pensará que fue simplemente un mayúsculo despiste... tal vez... a mí me gusta pensar que mi despiste le sirvió a alguien más necesitado.

La cuestión es que el martes por la mañana preparé una comida bien rica hecha con mucho amor para comerla en la escuela, la puse en un taper y la cargué en la mochila. También puse un poco de fruta, y como quería pasar la noche en el piso donde meditamos puse también mi pijama, ropa interior, champú y jabón para el cuerpo. Hasta cogí el secador.

Había dormido bien, me sentía contento, con plenas energías. De camino al tren fui cantando uno de mis mantras improvisados y finalmente el tren llegó y me subí a él. Además de esta mochila llevaba la cartera que llevo normalmente a la escuela, a veces llevo libros o el ordenador. Me senté en el asiento y como iba cargado con las dos bolsas decidí dejar arriba la mochila para estar más cómodo. Decidí que no leería ningún libro durante el trayecto, quería disfrutar de mirar por la ventana... no hacer nada...

El tren llegó a la estación Warszawa Powisle, donde me bajo todos los días, y me bajé del tren tan feliz como contento. Durante el trayecto había estado divagando mentalmente entre tanta felicidad. Salí del tren como si nada me detuviera, seguro de mí mismo, como si llevara conmigo todo lo necesario.

Cúal fue mi sorpresa cuando antes de llegar a la escuela, reparé en lo ligero que iba... y de pronto... un pensamiento (mierda, me he dejado la mochila en el tren...). Tras unos primeros segundos de conmoción, me empecé a reír... tendría que improvisar durante el día... no tenía ganas de estresarme o perder el tiempo en ir a la estación o buscar algún teléfono de atención al viajero... decidí dejar de preocuparme y tomarlo como una ofrenda para alguien.